
Protegido por montañas, el Tajo, todavía joven, corre alegre rodeado de extensa vegetación, de caminos donde perderse. Nadar en sus aguas casi heladas en invierno, y frías en verano, puede ser un auténtico placer, saltar en sus pequeñas cascadas, un lujo.
La única pega, que a veces hay demasiada gente, y a veces demasiado irrespetuosa con su entorno. Pero eso pasa en todas partes. Lo de la gente no importa demasiado, todos tenemos derecho a disfrutar, mientras no nos estorbemos unos a otros. Lo del poco respeto importa mucho. Una lata, una bolsa en la orilla del río estropea demasiado el paisaje. Así que desde aquí os animo a respetar aquellos sitios donde vayáis.
Y os animo también a disfrutar de las juguetonas aguas del río entre los ríos.
Fotografía: Río Tajo en Fuente del Berro, muy cerca de Poveda de la Sierra, 2005.